domingo, 1 de marzo de 2009

Diario de un viajante

Querido Diario,

El viaje desde Nueva Orleans fue endemoniado, mas de catorce horas en un vagon repleto de vendedores de baratijas empecinados en venderme hasta su alma. Mi camarote estaba compartido con dos señoras demasiado maquilladas para el calor reinante, es que no entienden que a nadie le gusta sus caras pintadas a lo art-deco?, oh señor, estoy pensando en dejar de lado este viaje. Siento que no tendre las fuerzas para finalizarlo, pero la sola idea de volver a mi ciudad y encontrarme con todos los haraganes y repetitivos idiotas de poca vida me provoca espasmos.

Felix, el chofer del hotel, estaba esperandome en la terminal de Chicago. No podrias imaginarte el frio que senti al arribar, una maldita hielera en la entrepierna y los pechos no me dejaba siquiera pensar en buscar prostitutas dentro del baño. La pequeña petaca de bourbon supo ser mi solucion a no desear haber muerto en el viaje.

Subi al auto con la ayuda de Felix, y cuando debiamos tener media hora de viaje sucedio lo que me suponia, el Doctor y su gente no tiene buenos amigos en Chicago, en una interseccion descargaron mas de tres cartuchos de balas sobre el cuerpo de Felix. Mi pobre reaccion a eso fue lo que me salvo ya que cobardemente abri la puerta y corri hacia la esquina. No me habian visto, volvi al auto y sin saber que hacer se me ocurrio lo unico viable en ese momento.

Me subi al auto y maneje hacia el hotel, entre por la entrada posterior del Honeymoon, recoste mi humanidad cansada sobre el sillon antiguo de tapiz rojo carmesi y trate de encontrar una explicacion a todo esto. Las ideas en mi cabeza estaban revolucionadas, era demasiado para mi.

Tendre que dejar para mañana mis planes en Chicago, todo me dice que mas dias seran los necesarios para esta ciudad.




No hay comentarios:

Elena no, Elena no, no te vayas mi amor...